Diez descubrimientos científicos que sucedieron por accidente
Categorias: Ciencias | Historia
Por Pictolic https://pictolic.com/es/article/diez-descubrimientos-cientficos-que-sucedieron-por-accidente.htmlEn 1928, el bacteriólogo inglés Alexander Fleming realizó un experimento de rutina para estudiar las defensas del cuerpo humano contra las enfermedades infecciosas. Como resultado, descubrió por casualidad que el moho común sintetiza una sustancia que destruye los agentes infecciosos y descubrió una molécula a la que llamó penicilina.
Y el 13 de septiembre de 1929, en una reunión del Club de Investigación Médica de la Universidad de Londres, Fleming presentó su descubrimiento.
No todos los descubrimientos científicos se realizaron después de largos experimentos y agotadoras reflexiones. A veces los investigadores llegaban a resultados completamente inesperados, muy diferentes de los esperados. Y el resultado resultó mucho más interesante: por ejemplo, en 1669, en busca de la piedra filosofal, el alquimista de Hamburgo Hennig Brand descubrió el fósforo blanco. “El azar, el dios inventor”, como lo llamó Alexander Pushkin, también ayudó a otros investigadores. Hemos recopilado diez ejemplos tan sorprendentes.
El ingeniero de Raytheon Corporation, Percy Spencer, estaba trabajando en un proyecto de radar en 1945. Mientras probaba el magnetrón, el científico notó que la barra de chocolate que llevaba en el bolsillo se había derretido. Así fue como Percy Spencer se dio cuenta de que la radiación de microondas podía calentar los alimentos. Ese mismo año, Raytheon Corporation patentó el horno microondas.
Por curiosidad, en 1895, Wilhelm Roentgen colocó su mano delante de un tubo de rayos catódicos y vio su imagen en una placa fotográfica, lo que le permitió examinar casi todos los huesos. Así descubrió Wilhelm Roentgen el método del mismo nombre.
En realidad, Konstantin Fahlberg estudió los alquitranes de hulla. Un día (su madre, al parecer, no le enseñó a lavarse las manos antes de comer) notó que por alguna razón el bollo le parecía muy dulce. Al regresar al laboratorio y probarlo todo, encontró la fuente. En 1884, Fahlberg patentó la sacarina y comenzó su producción en masa.
En 1956, Wilson Greatbatch estaba desarrollando un dispositivo que registraba los latidos del corazón. Al instalar accidentalmente la resistencia incorrecta en el dispositivo, descubrió que estaba produciendo impulsos eléctricos. Así nació la idea de la estimulación eléctrica del corazón. En mayo de 1958 se implantó el primer marcapasos en un perro.
Inicialmente se planeó utilizar la dietilamida del ácido lisérgico en farmacología (ahora casi nadie recuerda exactamente cómo). En noviembre de 1943, Albert Hoffman experimentó sensaciones extrañas mientras trabajaba con una sustancia química. Los describió de la siguiente manera: “Observé una luz muy brillante, chorros de imágenes fantásticas de una belleza irreal, acompañadas de una intensa gama caleidoscópica de colores”. Entonces Albert Hoffman le dio al mundo un regalo dudoso.
Después de dejar una colonia de bacterias estafilococos en una placa de Petri durante mucho tiempo, Alexander Fleming notó que el moho resultante impedía el crecimiento de algunas bacterias. Químicamente, el moho era un tipo de hongo, Penicillium notatum. Así, en los años 40 del siglo pasado se descubrió la penicilina, el primer antibiótico del mundo.
Pfizer estaba trabajando para desarrollar un nuevo fármaco para tratar enfermedades cardíacas. Después de los ensayos clínicos, resultó que en este caso el nuevo medicamento no ayuda en absoluto. Pero hay un efecto secundario que nadie esperaba. Así apareció Viagra.
Mientras trabajaba con nitroglicerina, que era extremadamente inestable, Alfred Nobel accidentalmente dejó caer el tubo de ensayo de sus manos. Pero no hubo explosión: la nitroglicerina se derramó y fue absorbida por las virutas de madera que cubrían el suelo del laboratorio. Así lo entendió el futuro padre del Premio Nobel: la nitroglicerina debe mezclarse con una sustancia inerte, y consiguió dinamita.
El descuido de otro científico le permitió hacer otro descubrimiento. El francés Edouard Benedictus dejó caer al suelo un tubo de ensayo que contenía una solución de nitrato de celulosa. Se estrelló, pero no se rompió en pedazos. El nitrato de celulosa se convirtió en la base del primer vidrio de seguridad, que hoy en día es imprescindible en la industria del automóvil.
Charles Goodyear una vez vertió ácido nitroso sobre caucho para decolorarlo. Se dio cuenta de que después de esto la goma se volvía mucho más dura y al mismo tiempo más flexible. Después de reflexionar sobre el resultado y mejorar el método, Charles Goodyear lo patentó en 1844, nombrándolo en honor a Vulcano, el antiguo dios romano del fuego.
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