Fotógrafo filmó la vida y muerte de una madre que nunca lo besó

La madre del fotógrafo James Friedman, como la mayoría de las madres, era un misterio para su hijo. Era maravillosa y complicada al mismo tiempo. Ella apoyó su pasión por la fotografía y se convirtió en uno de los primeros sujetos de fotografía cuando Friedman tenía solo nueve años. Pero tenía una relación complicada con su propia madre, y no era ni expansiva ni demasiado amorosa. Friedman no recuerda que alguna vez lo besó cuando era niño.

Dorothy Gilbert Friedman ha fumado durante 47 años, comenzando cuando tenía 11 años y continuando toda su vida. Muchas de sus fotos tomadas por su hijo se incluyeron en el proyecto llamado "1,029,398 cigarrillos", de acuerdo con la cantidad aproximada de cigarrillos que fumó hasta que llegó al hospital y murió de enfisema.

Dorothy Friedman no es de las que se sienta en silencio esperando que el obturador de la cámara funcione. Como dice su hijo, era tímida con la lente. Sin embargo, ella accedió a ayudarlo. Con el tiempo, comenzó a sentirse más cómoda en el encuadre y James aprendió más sobre la mujer que lo crió.

Cuando Dorothy estaba enferma, su hijo la visitaba. En los últimos ocho meses de su vida, él acudió a su madre todos los días, ya sea al hogar de ancianos o al hospital. Como siempre, le dejó que le tomara una foto.

Friedman nunca sabrá por qué estuvo de acuerdo, pero le parece que su madre lo hizo por él, no por ella misma. A pesar de su disposición a participar en el proyecto fotográfico, Dorothy nunca le pidió a su hijo que le mostrara las fotos.

Pero estas fotos, lo quisiera o no, se convirtieron en un regalo de un fotógrafo a una madre moribunda. Al final de cada una de sus visitas al hospital, por primera vez en todo el tiempo que pasaron juntos, James Friedman y Dorothy Gilbert Friedman se despidieron con un beso. Tomó uno de esos besos y guardó la foto. Unas horas después de que se tomara esta foto, Dorothy se había ido.