Veneno en una sartén: cuál es el peligro del aceite vegetal refinado
No es ningún secreto que el tipo de aceite vegetal más popular siempre ha sido refinado. La publicidad nos informa activamente sobre las ventajas de este producto: ¡incoloro, insípido, inodoro! Pero al mismo tiempo, por alguna razón, el hecho de que este aceite sea inútil, o más bien, por el contrario, representa un peligro para una persona. ¿Qué tiene de malo el tan cacareado aceite vegetal refinado?
Se sabe que el aceite vegetal se obtiene por prensado, incluido el aceite de girasol más popular. Pero esta regla no se aplica al aceite refinado: se produce utilizando una tecnología diferente, más eficiente, pero sin tener en cuenta por completo los intereses de los consumidores.
Las semillas cuidadosamente trituradas en recipientes especiales se llenan con hexano, una sustancia química de composición similar a la gasolina. Bajo la acción de este reactivo, la materia prima libera aceite, y su rendimiento es mucho mayor que con el prensado tradicional. Después de eso, el aceite se purifica con álcali y vapor, mientras que, desafortunadamente, parte del hexano permanece en su composición.
Pero eso no es todo. Para conseguir esa transparencia tan cacareada, el aceite vegetal se blanquea utilizando la llamada tierra de diatomeas, es decir, tierra de diatomeas. Este es un sorbente muy fuerte que se obtiene moliendo algunas rocas sedimentarias en la harina más pequeña.
Es bastante obvio que una cadena tecnológica de este tipo simplemente no deja una sola oportunidad para sustancias orgánicas útiles, que son valiosas para el aceite real de semillas de plantas. Después de dicho tratamiento, el producto consiste en más del 25% de grasas trans que son peligrosas para el cuerpo. Las moléculas simplemente cambian su estructura bajo la influencia de productos químicos.
Pero sería un error suponer que el 75% restante de aceite vegetal nos llega en perfectas condiciones. Mientras el producto refinado espera un derrame, se almacena en el almacén del fabricante y luego se coloca en los estantes de las tiendas, la reacción continúa y el contenido de grasas trans solo crece.
Pero lo más desagradable sucede en el momento en que el aceite refinado entra en la sartén. Las grasas trans, cuando se calientan, se convierten en una lista completa de carcinógenos que provocan el desarrollo de cáncer y muchas otras enfermedades graves. El uso sistemático de este aceite conduce a la acumulación de sustancias peligrosas en nuestras células, lo que las deforma y las daña.
Entre los "regalos" que nos proporcionan componentes de aceite refinado se encuentran enfermedades como la aterosclerosis, trastornos hormonales, enfermedades hepáticas y pancreáticas, enfermedades coronarias. Por supuesto, ninguna publicidad dirá esto, porque la producción de aceite de girasol y maíz utilizando esta tecnología trae enormes ganancias a las empresas.
Los fabricantes generalmente no tienden a pensar en los consumidores cuando se trata de ganancias fabulosas. Este enfoque ha llevado repetidamente a las consecuencias más graves, como el infame "síndrome de Madrid", que se cobró la vida de miles de españoles a principios de los años 80 del siglo pasado.