Una mujer estadounidense vive en una tienda de campaña y come animales atropellados por coches.
Cada uno tiene derecho a elegir el estilo de vida que más le guste. Manders Barnett, residente estadounidense, lleva varios años viviendo en una tienda de campaña durante todo el año. Dice que su corazón y su alma pertenecen a la naturaleza y se siente bastante cómoda. Este ermitaño de 32 años come animales atropellados por coches en las carreteras. En su opinión, esto da sentido a sus muertes.
Manders Barnett trabajó como experto en vida silvestre y se especializó en reservas naturales. Vivía en una casa y disfrutaba de todos los beneficios de la civilización. Pero un día una mujer conoció a un hombre que llevaba una vida nómada. Decidieron unir sus destinos y partieron a viajar juntos.
Vivieron en varios lugares, desde Idaho hasta Oregón, alojándose en tiendas de campaña y cabañas hechas por ellos mismos. Pero luego Barnett rompió con su compañera y cada uno siguió su propio camino. En ese momento, la mujer estaba tan imbuida del romance del vagabundeo que ni siquiera pensó en regresar a casa.
Manders Barnett vive ahora en una tienda de campaña de lona de 3 por 3,5 metros en Grants Pass, Oregón. Tiene dos caballos, que están constantemente al aire libre. Hay un viejo pozo cerca de su campamento del que Manders saca agua para cocinar y lavar.
La ermitaña se alimenta en la carretera: recoge animales atropellados por coches en la carretera y se los come. Barnett no es quisquilloso: podría ser un mapache, un ciervo o incluso un coyote. Al mismo tiempo, intenta utilizar todas las partes del animal muerto. Por ejemplo, fabrica herramientas con huesos de ciervo y cose ropa y bolsos de cuero.
También recoge setas y bayas y, a veces, compra algunas cosas en las tiendas agrícolas. Manders planta árboles cerca de su casa. En su opinión, esto brinda la oportunidad de “retribuir a la naturaleza”. Barnett dice que nunca volverá a su antigua vida. Ella cree que el mundo civilizado es una "matriz" de la que logró escapar con éxito.
En su tiempo libre de las tareas domésticas, Manders pinta paisajes o animales. Tiene un teléfono inteligente y un panel solar para cargarlo, pero esto es lo único que la conecta con el mundo moderno. En la tienda no hay televisión ni siquiera radio. El vagabundo calienta su casa con una pequeña estufa de leña.
Por cierto, Barnett no está sola en sus preferencias culinarias. Ha aparecido en el mundo toda una corriente gastronómica cuyos partidarios básicamente comen carroña del camino.