¿Qué es “karoshi” o por qué los japoneses mueren en el trabajo?
En los años 70, Japón se encontró con un fenómeno nuevo, hasta entonces desconocido, llamado “karoshi”. Así llaman los japoneses a la muerte que se produce como consecuencia del exceso de trabajo y el estrés. Cada año había más y más casos de este tipo. En 2020 se registraron 1.918 casos, que incluyeron no solo muertes por exceso de trabajo, sino también suicidios asociados a problemas en el trabajo. ¿Por qué sucede esto y por qué en Japón?
En la Tierra del Sol Naciente hay unas vacaciones maravillosas: el Día de Agradecimiento al Trabajo. Se celebra el 23 de noviembre, expresando agradecimiento unos a otros por el buen trabajo y las aportaciones a la sociedad. En 2019, también se celebró en este día una ceremonia para “lamentar las vacaciones pagadas no utilizadas”, según los ritos budistas. Para este evento se prepararon 300 faroles, en los que los japoneses colocaron mensajes.
En uno de ellos, una mujer de 30 años contó que por motivos de trabajo tuvo que trasladar el cumpleaños de su hija de mayo a diciembre. Pero lo más sorprendente es la historia de una amistad:
El evento fue organizado por Ningen Inc. Según su plan, las linternas simbolizaban las almas de las vacaciones no utilizadas. Primero fueron “llorados” y luego “purificados”. Para ello, invitaron a un verdadero clérigo budista. El director creativo de la empresa que organizó las vacaciones, Shiboru Yaname, describió brevemente su idea a los periodistas:
Los japoneses hace tiempo que descubrieron el origen del problema. Hiroshi Ono, profesor de la Universidad Hitotsubashi, se especializa en el estudio de la cultura laboral nacional. Dijo que el exceso de trabajo y la negativa a descansar son un legado de la era Showa. Este fue el reinado del emperador Hirohito, que duró de 1926 a 1989. Para Japón fue una época de agitación y grandes derrotas.
El país aprendió lo que significaban la derrota en la guerra, la hambruna masiva y los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. En la década de 1950, comenzó a surgir el “milagro económico japonés”. El fenomenal crecimiento de la economía después de la firma del acta de rendición no fue, de hecho, “mágico”.
La gente comprendió que sólo podían salir del abismo de la derrota por sí solos. Y sólo había una manera de lograrlo: trabajar como loco y no parar nunca. Poco a poco, esta idea se hizo nacional y los habitantes de las islas japonesas ya no podían vivir.
En la década de 1950 nació en Japón el concepto de “empleo vitalicio”. Fue promovido activamente por el Primer Ministro Shigeru Yoshida. Consistía en el hecho de que una persona ascendía en la carrera profesional y adquiría todas las habilidades en una empresa. Es decir, se asumió que el empleado llega a la empresa y trabaja en ella hasta su jubilación. Al mismo tiempo, apareció una cultura de trabajar horas extras, en beneficio de la corporación “nativa”.
Dejar el trabajo antes que un gerente del acero se ha convertido en una señal de mal gusto. Pero permanecer en el lugar de trabajo por iniciativa propia durante un par de horas se ha convertido en la norma. La primera muerte por exceso de trabajo se registró en 1969. Luego, el hombre murió en la oficina a causa de un derrame cerebral. Y ya a principios de los años 70 hubo tantas muertes de este tipo que fue necesario introducir un término especial: "karoshi". Esta palabra significa muerte asociada con exceso de trabajo o estrés, incluido el suicidio.
En 2011, hubo 2.689 suicidios en Japón debido a problemas en el trabajo. Las estadísticas de 2015 dicen que la mayoría de las muertes relacionadas con la fatiga o el estrés son causadas por insuficiencia cardíaca o accidentes cerebrovasculares. Estas personas trabajaron más de 80 horas extras al mes. En el caso de los suicidios, esta cifra alcanzó las 100 horas.
Un ingeniero japonés, que habló bajo condición de anonimato, le dijo a un periodista de la BBC que en 2019 solo tuvo dos días de vacaciones. Al mismo tiempo, según la ley, tenía derecho a 20 días de descanso. Pero unas largas vacaciones para un japonés siempre son malas. El ingeniero describió la situación de esta manera:
El profesor Hiroshi Ono afirma que una situación así es imposible en Europa. Esto se debe a que la sociedad japonesa es colectivista y jerárquica, mientras que la sociedad occidental es individualista y no jerárquica. Muchos japoneses no se van de vacaciones sólo porque sus jefes se niegan a hacerlo. Temen que si no apoyan a su jefe, alteren la armonía en el equipo de trabajo y muestren su falta de respeto.
El gobierno japonés no aprueba este enfoque. El problema llamó mucho la atención en 2015, tras el suicidio de la niña Matsuri Takahashi. Se graduó en la Universidad de Tokio y consiguió un trabajo en Dentsu. En 8 meses trabajó 108 horas. La japonesa escribió en Twitter que estaba en la oficina 20 horas al día. Se quejaba de que no sabía por qué vivía y de que se le había olvidado sonreír.
El 25 de diciembre de 2015, día de Navidad, Matsuri se suicidó. Esta no era la primera vez que esto sucedía en Dentsu. En 1991, un joven empleado se suicidó allí. El caso llegó a los tribunales y las autoridades ordenaron a los directivos de la empresa cambiar las condiciones laborales. Lamentablemente, nada ha cambiado para los trabajadores. La muerte de Matsuri Takahashi causó conmoción. La situación fue controlada por las autoridades. Como resultado, el presidente de Dentsu, Tadashi Ishii, dimitió. Declaró públicamente que las horas extras son malas y no deberían permitirse.
Japón ha comenzado a reconsiderar seriamente su cultura laboral. Como resultado, en 2018 se introdujo la ley de reforma del régimen laboral. Obligó a los empleadores a controlar los horarios de los empleados y crear condiciones de trabajo cómodas para ellos. Además, las empresas debían pagar las horas extraordinarias forzosas.
En 2016, la Federación de Empresarios, con el apoyo del gobierno, lanzó la campaña Viernes Premium. Supuso que cada último viernes de cada mes los empleados de la empresa podrían volver a casa a las 15.00 horas. Las corporaciones se mostraron hostiles a la innovación. El 45 por ciento de las empresas dijeron que no tienen planes de participar. La campaña se lanzó en 2017, pero dos años después quedó claro que había pasado desapercibida.
Un ejemplo de karoshi, sobre el que ya hemos escrito, es el caso de la muerte del periodista de NHK Zhiva Sado. En sólo un mes trabajó 159 horas.