Pasta de dientes de los antiguos romanos: detalles repugnantes de la historia de la higiene bucal
La actitud seria de los habitantes de la Antigua Roma hacia la higiene no es un secreto para nadie. Las ruinas de los grandiosos baños, en los que los ciudadanos del Imperio Romano pasaban mucho tiempo, han sobrevivido hasta nuestros días. Abordaron una tarea tan común como cepillarse los dientes de manera no menos responsable. Los romanos utilizaban dispositivos similares a los cepillos de dientes modernos o a los palos de madera. Pero su pasta de dientes es completamente diferente a la nuestra. Además, pocos de nosotros nos atreveríamos a tocarlo ni siquiera con guantes de goma.
Los romanos padecían enfermedades dentales como nosotros. Las caries y el mal aliento fueron uno de los problemas más comunes. Y aunque la medicina antigua estaba en un nivel bastante alto, los dientes dañados no eran tratados. Por lo general, simplemente los retiraban cuando el dolor comenzaba a causar graves molestias.
No es de extrañar que la gente intentara cuidar su cavidad bucal para mantener una hermosa sonrisa. Los documentos que describen la composición y la tecnología de preparación de pastas dentales han sobrevivido hasta el día de hoy. En este asunto participaron maestros especiales. Esta obra se consideró responsable y, según los historiadores, se transmitió por herencia.
La base de cualquier pasta de dientes en la Antigua Roma era el carbón en polvo. Se obtenía quemando diversos materiales: madera, huesos de animales, conchas de moluscos. Este componente tenía buenas propiedades abrasivas y limpiaba perfectamente los dientes.
La antigua pasta de dientes también contenía otros ingredientes menos agradables. Estos incluyen cerebro de ratón y orina humana. El propósito del cerebro de los roedores es difícil de explicar hoy en día, pero con la orina todo está claro. Contiene amoníaco, que tiene excelentes propiedades blanqueadoras. Los romanos también utilizaban orina humana para fabricar jabón. También se añadían a la pasta de dientes otros ingredientes, a menudo secretos. Podrían ser hierbas, aceites vegetales y minerales.
El maestro trituró cuidadosamente todos los componentes de la pasta, logrando su homogeneidad. Después de esto, se añadió un aglutinante a la mezcla para proporcionar al producto la consistencia requerida. Muy a menudo, los artesanos romanos utilizaban miel. La mezcla resultante podría usarse no solo para cepillarse los dientes. También se utilizaba para mantener el aliento fresco. La ausencia de mal aliento se consideraba una parte importante de la imagen de los romanos.
Es difícil decir lo agradable que fue utilizar esta pasta de dientes. Pero lo cierto es que durante las excavaciones en Pompeya, los arqueólogos observaron que sólo al 30 por ciento de los esqueletos les faltaban dientes o presentaban lesiones graves de caries. Quizás la repugnante pasta de cerebros de ratón, carbón y orina fuera eficaz después de todo.