La joven fotógrafa de Tashkent, Ravshania Uzule, trabaja en diferentes estilos. Pero su tarjeta de presentación eran las fotografías, cuyo movimiento parecía haberse detenido. La filmación de uno de esos trabajos lleva a Ravshania de cuatro a cinco horas, y el retoque puede llevar varios días.
A regañadientes, dando una entrevista, Ravshania parece estar diciendo: sus obras hablarán sobre el complejo mundo surrealista mucho mejor que cualquier palabra. Los críticos la regañan por excesiva "puesta en escena". Y solo podemos mirar los hermosos momentos detenidos, donde las cosas cotidianas adquieren un nuevo significado y los movimientos habituales: un simbolismo extraño.