Los perros asadores son una misteriosa raza de cocina que ya no existe.
Todas las razas de perros que existen en la actualidad se dividen en grupos: de caza, de servicio, de pelea, decorativos y de pastoreo. Pero si estuvieras en Inglaterra hace un par de cientos de años, también sabrías sobre los perros salivales. No, no estamos hablando de la cocina exótica de los pueblos asiáticos, aunque la vida de estas mascotas tampoco era nada fácil.
La historia de los perros salivadores se remonta a varios siglos. Los ingleses los criaron y utilizaron desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX. Ahora la historia de estos perros parece extraña y cruel, pero en aquellos días las razas de perros Turnespete o Turnspit eran tan comunes como lo son ahora los boxeadores.
Los perros Trochanter fueron mencionados por primera vez en el libro "Sobre las razas de Inglaterra", publicado en 1576. Se los mantenía en casa, pero no se hablaba de una vida ociosa en la cama del amo o en la alfombra junto a la chimenea. La tarea de estos perros era girar un asador sobre la chimenea de la cocina. Pusieron en marcha un mecanismo que garantizaba que la carne se cocinara de manera uniforme.
La raza fue mencionada en sus trabajos por científicos tan famosos como Carl Linneo y Charles Darwin. Los zoólogos han descrito varias variantes de perros trocantéricos, tanto de pelo corto como de pelo largo, llamándolos en latín Canis vertigus. Ahora bien, esta raza no existe, pero podemos obtener mucha información sobre ella de diversas fuentes.
Los animales criados específicamente para trabajar en la cocina no podían confundirse con otros. Los perros trocantéricos eran pequeños, con un cuerpo largo y macizo sobre patas cortas y curvas. El color del pelaje variaba, pero la mayoría de los animales eran de color gris oscuro con manchas oscuras prominentes.
Desafortunadamente, la historia de la aparición de la raza trocantérea está envuelta en oscuridad. Se desconoce a quién y cuándo se le ocurrió por primera vez la idea de utilizar un perro para hacer girar un asador y comenzó a criarlo para este propósito. Hay varias suposiciones sobre de qué razas provienen. Los más mencionados son Welsh Corgis y Glen of Imaal Terriers.
Estos perros no eran algo interesante ni atractivo para los residentes de Foggy Albion. Los británicos percibieron esta raza como puramente utilitaria y no mantuvieron pedigríes. Debido a esto, los trocánteres fueron cayendo gradualmente en el olvido y se convirtieron en otra página misteriosa en la historia de la cinología. Hoy en día sólo los especialistas conocen estos animales, quienes intentan recopilar poco a poco información sobre la raza perdida.
Cocinar carnes o aves en un asador no es una tarea fácil. Es necesario no solo cortar todo correctamente y calcular las especias, sino también seleccionar la temperatura de fritura deseada. Y luego, cuando el asador ocupa su lugar sobre el fuego, es necesario girarlo para que el plato se cocine de manera uniforme y no se queme por un lado. Era esta tarea responsable y monótona la que realizaban los perros escupedores en las cocinas británicas.
Para los perros, se construyó una rueda para correr cerca de la chimenea, similar a las que se colocan en jaulas para hámsteres y ardillas. A través de un sencillo sistema de poleas, la rueda estaba conectada a un mecanismo que hacía girar un asador sobre el fuego. El perro caminaba con paso firme dentro de la rueda y el asador giraba. Para que el animal pudiera hacer su trabajo eficazmente, fue entrenado desde pequeño.
Cuando se cocinaban cadáveres de animales grandes en un asador, se utilizaban grandes ruedas en las que caminaban dos o incluso tres perros. Esta raza también se utilizaba para batir mantequilla. En este caso, una mascota con un arnés especial corría en círculo, girando un eje vertical con sus palas. A menudo, estos perros se utilizaban en otras áreas de la actividad humana, además de en la cocina. Por ejemplo, los perros escupedores podrían girar el fuelle que impulsaba el aire hacia la fragua.
En cualquier caso, la vida de estos perros era difícil y triste. Lo pasaban especialmente mal en las grandes tabernas, donde cocinaban mucho y a menudo. El proceso de preparación de la carne era largo y hornear un cadáver de toro podía llevar hasta cuatro horas. Durante todo este tiempo los perros trabajaron duro en el infierno de la cocina caliente.
Los servicios de perros salivadores comenzaron a abandonarse a finales del siglo XIX. En esta época, el vapor y la electricidad sustituyeron a la mano de obra. Desgraciadamente, en Europa todavía se practica la explotación cruel de los animales. Un ejemplo de ello es el destino de los galgos galgos españoles, que son tratados como artículos desechables.