Los científicos han dicho cómo mantenerse alerta después de una noche de insomnio
Muchas personas, por una razón u otra, tienen que dejar de dormir. Se trata de estudiantes durante una sesión, médicos y despachadores que trabajan en turnos de noche, padres jóvenes: la lista sigue y sigue. El día siguiente a la vigilia nocturna es casi siempre una prueba insoportable de fuerza de voluntad. Los científicos han estudiado este problema y han encontrado una manera de combatir la fatiga y la somnolencia. Han desarrollado una estrategia de vacaciones especial que se adaptará a todos.
El “reloj interno” humano es sensible a la luz. Durante el día, le dan al cuerpo la orden de permanecer despierto y, por la noche, por el contrario, de "apagarse". Si no dormimos por la noche, nuestros ritmos circadianos se alteran, lo que conduce a una mala salud y a una disminución del rendimiento y la concentración. Pero hay una manera de suavizar el efecto negativo: para ello es necesario tomar una pequeña siesta.
La Dra. Sanae Oriyama de la Universidad Japonesa de Hiroshima realizó un estudio y descubrió qué régimen de descanso diurno es más eficaz. La científica publicó su opinión sobre la solución del problema en un artículo en la revista científica Scientific Reports. Oriyama analizó los resultados de sus muchos años de investigación sobre este tema.
Como resultado de los experimentos, un grupo de voluntarias simuló el trabajo en hospitales japoneses. Allí, durante un turno diario de 16 horas, los empleados sólo tienen dos horas para descansar. Se eligió que los participantes del estudio fueran mujeres porque la mayoría del personal hospitalario en Japón son mujeres.
El equipo de participantes se dividió en tres grupos, según el método de recreación que practicaban. Se simularon tres turnos para cada grupo. En el primero, las mujeres permanecían despiertas desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la mañana del día siguiente. Se les permitió dormir durante 120 minutos una vez. Para el segundo grupo, el descanso se dividió en dos períodos desiguales de 90 y 30 minutos de duración. Los participantes del tercer grupo no descansaron en absoluto.
Durante el experimento, todos realizaron la prueba de psicodiagnóstico de Uchida-Kraepelin. Resultó que dos horas de sueño, además de su ausencia total, provocaban problemas de salud y somnolencia al día siguiente. Las mujeres de estos dos grupos se sintieron abrumadas y cansadas. Pero quienes descansaron en dos pasos, 30 y 90 minutos, aguantaron mucho mejor el turno de noche y se sintieron con más energía.
Oriyama descubrió que para el personal que trabaja de noche, cuyas responsabilidades incluyen una respuesta rápida, el descanso es más adecuado en dos partes. La primera siesta de 90 minutos debe terminar a la medianoche y la segunda siesta de 30 minutos debe terminar a las 3 a.m.
Por desgracia, el efecto positivo sólo se refiere al bienestar. Si hablamos de capacidades cognitivas, no hubo mejoras significativas al aprobar la prueba. Pero el experimento demostró que las mujeres que durmieron peor durante el descanso de 90 minutos obtuvieron puntuaciones más bajas en la prueba de Uchida-Kraepelin.
Resumiendo su trabajo, Sanae Oriyama señaló que los resultados de su experimento deben interpretarse con cautela. Fue sólo una simulación, pero en la vida real las cosas pueden ser diferentes. Pese a esto, la científica está satisfecha con el trabajo realizado, pues logró desarrollar una estrategia de relajación óptima para quienes no duermen por la noche. Esta experiencia será útil no solo para quienes trabajan en turnos de noche. También ayudará a las madres que cuidan a sus bebés.
El trabajo realizado por Oriyama es importante y necesario. Pero los científicos creen que un breve descanso no sustituirá una noche de sueño completa. Una persona debe dormir al menos entre 7 y 8 horas por la noche; esto es una parte integral de un estilo de vida saludable. Anteriormente, se realizó un estudio en los Estados Unidos que demostró que dormir lo suficiente ayuda a mantener la salud general y reduce la probabilidad de muerte prematura en un 30 por ciento.