La vida cotidiana de un hijo esquizofrénico

El fotógrafo Cesar Lehovik toma fotografías de su madre que sufre de esquizofrenia, tratando de comprender mejor la naturaleza de su enfermedad y destruir los estereotipos en la imagen de los enfermos mentales.

La madre de Lechovik, Betty, fue diagnosticada en 1999, cuando César todavía estaba en la universidad. Comenzó a fotografiar profesionalmente en 2002 y decidió capturar a su madre para que fuera más fácil soportar esta difícil situación familiar.

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Fuente: American Photo"La fotografía me permite observar.

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Creo que con la cámara en mis manos, estoy menos traumatizado por lo que veo y cómo se comporta. Esto me permite interpretar eventos, y no solo experimentarlos", admite el fotógrafo.

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El proyecto fotográfico Betty's Sweet Tea ("Té dulce de Betty") es una dedicación de Lechovik a su madre. En la mayoría de las imágenes, mira directamente a la cámara, lo que hace que la presencia del fotógrafo sea palpable en cada fotograma. Incluso acostada en una cama de hospital, Betty mira a la cámara con una media sonrisa y guiña un ojo.

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Aunque Lechovik captó estos momentos aparentemente emocionales, muchos médicos creen que los esquizofrénicos no pueden mostrar intimidad real en una relación.

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Por lo tanto, cuando miras estas fotos, te preguntas si la calidez y la expresividad de la mirada de Betty es un efecto creado por las hábiles manos de César, o una manifestación de parentesco real entre madre e hijo. Este equilibrio entre lo real y lo aparente se encuentra en el corazón de la obra de Lechovik.

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"Quiero que el público se detenga en su camino para ver a mi madre desde diferentes ángulos. Por ejemplo, en un restaurante está enojada, junto al río parece tranquila, y en Nochebuena, cuando me mira, envuelta en un suéter blanco, está triste y hermosa. En mis ojos, ella expresa todo esto, y quiero que la gente también vea estas emociones en ella", explica el fotógrafo.

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Lechovik espera que sus imágenes ayuden a superar muchos clichés en la descripción de los trastornos mentales que generalmente se encuentran en un ensayo fotográfico, por ejemplo, la imagen de una mujer que esconde su rostro detrás de su cabello o un hombre con la lengua colgando de la boca.

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"No quiero que mis fotos parezcan ilustraciones ordinarias de depresión y enfermedad. Sin embargo, no trato de ocultar la tristeza y la suciedad que acompañan su existencia", dice Lehovik.

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