Entrega con bigotes: cómo los belgas intentaron convertir a los gatos en carteros

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Todo el mundo conoce el correo de las palomas. También es fácil recordar historias en las que perros, caballos e incluso renos entregaban cartas y paquetes. En 1879, el departamento postal belga decidió que este importante trabajo también se podía confiar a los gatos. Se arremangaron y se propusieron organizar un servicio postal sin precedentes hasta el momento.

Entrega con bigotes: cómo los belgas intentaron convertir a los gatos en carteros

Los gatos y el correo han estado unidos por vínculos inextricables durante siglos. Los animales se utilizaron activamente para combatir los roedores que destruían el correo. En 1868, tres gatos fueron registrados oficialmente como empleados de la oficina de correos de Londres. Al igual que otros trabajadores, recibían un salario de un chelín a la semana.

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Pero en 1879, en la ciudad belga de Lieja, decidieron estudiar detenidamente los talentos de los gatos y encontrarles un uso más digno que simplemente atrapar ratones y ratas. Para ello, organizaron la Sociedad Belga para la Mejora de la Condición de los Gatos Domésticos, donde comenzaron a considerar seriamente los posibles usos de los gatos bigotudos.

Al final, los miembros de una sociedad respetada decidieron que la entrega de correo era una actividad digna de la gran inteligencia de un gato. Se seleccionaron 37 mascotas para un audaz experimento. Se les dio el orgulloso título de "gatos postales". A los animales se les colocaron collares con cápsulas impermeables, en las que se colocó la correspondencia de prueba. Los gatos fueron llevados a 30 kilómetros de Lieja. Tenían que encontrar el camino a casa y entregar las cartas.

Debemos rendir homenaje a los carteros bigotudos: todos entregaban el correo a sus dueños. Pero sólo uno de los gatos llegó a casa después de 5 horas. El resto tardó más de un día. Hay que decir que la eficiencia de la entrega fue muy mediocre. Sin embargo, la sociedad de empleo para gatos consideró que el resultado era satisfactorio. Pronto la entrega por mensajería entre las ciudades más cercanas estuvo en pleno funcionamiento.

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Pero el correo para gatos sólo funcionó por un corto tiempo. ¿Por qué? Es simple: los carteros humanos eran más confiables y eficientes que los animales. Eran muy pocos los clientes que estaban dispuestos a confiar sus cartas a los gatos y esperar que ellos, imbuidos de responsabilidad, regresaran a casa.

Aunque los gatos han demostrado ser carteros dudosos, esto no significa que sólo sean adecuados para el puesto de cazadores de ratas. Hay animales que ocupan puestos de bastante responsabilidad y afrontan bien sus funciones.

     

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