El mundo “hinchado” del artista colombiano Fernando Botero
Colombia le ha dado al mundo muchas personalidades famosas, destacadas tanto en lo bueno como en lo malo. Pero si hablamos de personas de arte, entonces dos ciudadanos de este país merecen el mayor reconocimiento: el escritor Gabriel García Márquez y el artista Fernando Botero Angulo. Las obras de estas personas son difíciles de confundir con otras, y esto es especialmente cierto en el caso de Botelo.
Los cuadros de Fernando Botelo son imposibles de olvidar. Si los has visto alguna vez, probablemente los recuerdes. Este clásico de la pintura latinoamericana tiene un estilo propio y único, que provoca a la vez una sonrisa y admiración.
Fernando Botero Angulo nació en 1932 en la ciudad de Medellín, Colombia. Su familia era pobre y apenas llegaba a fin de mes. Cuando el niño tenía 4 años, su padre murió y su madre, que trabajaba como costurera, se vio obligada a alimentar sola a tres niños. Los familiares ayudaron a la familia con dinero, pero tampoco eran ricos y la infancia de Fernando transcurrió en una pobreza deprimente.
Durante sus años escolares, el niño comenzó a interesarse mucho por la pintura. Pero su familia se adhirió a estrictas tradiciones católicas y a Fernando no se le permitía visitar museos ni exposiciones. Por lo tanto, conoció las bellas artes en las iglesias, que visitaba con su madre y sus hermanos todos los domingos.
Botero estudió en un colegio jesuita, pero ante la insistencia de su tío lo abandonó y se fue a una escuela taurina. Pero la carrera de matador claramente no era para él. En uno de los primeros entrenamientos, Fernando sufrió una grave lesión de la que tardó mucho en recuperarse. Tuvo que estudiar la ciencia del toreo durante dos años más, pero Botero ya no estaba interesado en esta actividad. Comenzó a pintar acuarelas, dominando de forma independiente los conceptos básicos de la pintura.
A los 14 años abandonó la escuela taurina y se sumergió en el arte. Y ya a los 16 años Botero participó en la exposición. Las obras del joven artista despertaron el interés del público y esto motivó a Fernando. Pronto consiguió trabajo en el diario El Colombiano como ilustrador y empezó a ganar dinero. El joven decidió terminar sus estudios de secundaria, pero no lo logró. Los padres jesuitas conocieron su pasión por la pintura y Botero fue expulsado.
Fernando todavía recibió un certificado, pero en una institución educativa secular: el Liceo de la Universidad de Antioquia. La educación allí era pagada y el joven tenía que pagar todo el dinero que ganaba para sus estudios. Durante todo este tiempo se desarrolló como artista y pintó numerosos cuadros. Su ídolo era Picasso y sus influencias se pueden ver en muchas de las primeras obras de Botero.
En 1951, Fernando Botero organizó su primera exposición individual. Se convirtió en un artista famoso en Colombia y sus pinturas atrajeron interés en el extranjero. En 1952, el artista viajó con un grupo de amigos a España para conocer el arte de este país.
Los museos de Madrid y Barcelona impresionaron tanto a Botero que decidió quedarse en Europa. Primero asistió a la Escuela de Arte de San Fernando de Madrid y luego se trasladó a Italia. El joven pintor se instaló en Florencia y se sumergió en el estudio del arte renacentista.
En 1955, el maestro había desarrollado un estilo especial y único, en el que trabajó toda su vida. Fueron las personas y objetos "inflados" en los lienzos los que le dieron fama mundial. Botero estuvo casado cuatro veces, vivió en Europa y Estados Unidos y experimentó triunfos y una serie de fracasos aplastantes. Pero nunca dejó de crear.
¡Actualmente, el legado del artista colombiano consta de más de 3.000 pinturas! A pesar de su avanzada edad, Botero continuó trabajando en el taller hasta su muerte. El artista falleció el 15 de septiembre de 2023.
Botero fue criticado en ocasiones por su pasión por pintar personas "redondas". Pero el propio autor lo llamó de otra manera: "figuras tridimensionales". Por cierto, aunque todas las damas en los lienzos de Botero luchan por tener la forma de una bola, él mismo amaba a las mujeres elegantes: todas sus esposas eran delgadas.
Fernando Botero, cuya vida comenzó en los barrios marginales de Medellín, no conoció la necesidad de la madurez. Sus pinturas son compradas por coleccionistas por enormes sumas de dinero. Una de las pinturas del artista, que representa a hombres tocando música, se vendió en una subasta por 2 millones de dólares (192 millones de rublos).