El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

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¿Ver programas de televisión estúpidos, leer los libros de Dontsova o coleccionar paquetes de cigarrillos, pero hacerlo en secreto por miedo a ser juzgado? ¡No te preocupes, no estás solo! Estas pequeñas debilidades son un ejemplo de lo que se llama placer culpable. ¿Qué significa esto? ¿Vale la pena luchar contra ello? Veamos ejemplos de vida simples.

El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

Placer culpable ("placer culpable") se traduce del inglés como "placer culpable y vergonzoso". Este término se refiere a un fenómeno social cuando una persona esconde cosas que le traen alegría. Por ejemplo, puede que sea un candidato respetado en ciencias matemáticas, pero por las noches le gusta ver "La batalla de los psíquicos". O ocupar una posición de liderazgo y en casa, lejos de miradas indiscretas, cantar canciones de karaoke de la Franja de Gaza. Estos pasatiempos a menudo parecen demasiado frívolos para los demás y la gente prefiere mantenerlos en secreto para no socavar su imagen.

El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

El miedo a la condena no es la única razón por la que la gente oculta sus placeres culpables. Uno de los principales factores aquí es la presión social. Imagina que todos en tu grupo de trabajo creen unánimemente que el final de Juego de Tronos fue un fracaso. Admitir que te gustó mucho puede resultar sumamente difícil, porque significa ir en contra de la opinión de la mayoría.

El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

Ir en contra de la opinión compartida por la mayoría da miedo. Curiosamente, las investigaciones han demostrado que las bajas calificaciones de muchas películas, programas o videojuegos son a menudo el resultado de una ignorancia pluralista. Esto ocurre cuando las personas se forman una opinión sobre un producto no basándose en una experiencia personal, sino en reseñas en Internet o historias de amigos. Resulta ser un caso clásico de “no lo he leído, pero lo condeno”. Y en tal atmósfera, admitir su simpatía por algo "desaprobado" se vuelve aún más difícil.

El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

Otra razón por la que la gente se avergüenza de sus aficiones es la moda. Pero esta directriz es extremadamente confiable. La historia conoce muchos ejemplos en los que algo considerado frívolo o mediocre acabó convirtiéndose en un clásico. Por ejemplo, en el siglo XIX en Estados Unidos los poemas de Shakespeare no eran percibidos como grandes obras. Se consideraban una “lectura cotidiana” ordinaria para todos los segmentos de la población, conveniente para pasar el tiempo. ¿Quién hubiera pensado entonces que Shakespeare se convertiría en un símbolo de la literatura mundial? Por lo tanto, tal vez lo que ahora es impopular o condenado pueda convertirse mañana en una tendencia.

Por desgracia, la gente tiende a sentirse culpable por los pasatiempos más inofensivos. Los filósofos Chris Goffin y Florian Cova estudiaron el fenómeno del placer culpable y sugirieron que la vergüenza o la vergüenza ocupan un lugar importante en su base. Como sabes, la vergüenza es la emoción de no ajustarse a una imagen generalmente aceptada.

El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

Tenemos miedo de no cumplir con las expectativas sociales. Ver memes en Internet es una pérdida de tiempo, porque no le da a la persona crecimiento intelectual ni profesional. Y todo el mundo a su alrededor pregona sobre el éxito y la conciencia. Por supuesto, en este caso es mejor no publicitar su adicción. ¿Qué pasa si quienes te rodean te consideran un tipo frívolo y holgazán?

Curiosamente, las razones mismas del surgimiento del placer culpable tienen sus raíces en un pasado lejano. Según Sami Schalk, profesor asistente de la Universidad de Wisconsin, no es culpa nuestra que nos avergoncemos de nuestras alegrías. Todo esto está relacionado con la herencia histórica religiosa: en aquellos días, muchas cosas agradables se consideraban vergonzosas y, a veces, pecaminosas. Esta visión ha quedado arraigada en nuestra cultura, moldeando actitudes hacia los placeres inocentes incluso siglos después.

La mayoría de las personas con placer culpable no están dispuestas a renunciar a ellos, a pesar del posible sentimiento de vergüenza. En primer lugar, este tipo de actividades aportan placer y, en segundo lugar, ayudan a escapar de la rutina diaria. Lo principal es recordar que estos pasatiempos son asunto personal de todos. Definitivamente tienen derecho a existir si no representan un peligro para los demás.

El fenómeno del placer culpable: por qué nos avergonzamos de lo que nos gusta

Para que los placeres culpables dejen de provocar sentimientos de culpa, la mejor manera es admitirlos. No, no es necesario que hagas una confesión pública con un cartel que diga "Amo a Peppa Pig". Basta con decirse honestamente: "Sí, me gusta y no tiene nada de malo". Es un deseo humano normal divertirse y no tiene nada de vergonzoso. Al aceptar tus “alegrías secretas”, podrás deshacerte de la vergüenza innecesaria y simplemente disfrutar de lo que te hace feliz.

Los placeres culpables públicos pueden cambiar tu vida. Por ejemplo, te ayudarán a encontrar personas con ideas afines, porque probablemente hay muchas personas con las mismas aficiones. Además, los pasatiempos pueden ser una forma de cuidarse: pasar tiempo sin preocupaciones haciendo algo que ama y recuperando la tranquilidad.

El fenómeno del placer culpable muestra cuán fuertemente nos influencian los estereotipos y expectativas de los demás. En lugar de avergonzarte de tus pasatiempos, debes aprender a aceptarlos y disfrutarlos. Después de todo, la felicidad no se trata de conformarse, sino de ser uno mismo.

¿Cuáles son tus placeres culpables?

     

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