El compasivo y el criminal africano: cómo los buenos británicos evitaron la deportación de un somalí
El mundo no está exento de personas amables: esta perogrullada fue confirmada con gran irritación por el servicio de deportación británico, que intentó expulsar del Reino Unido a un ciudadano visitante de la lejana Somalia a través del aeropuerto de Heathrow. Los pasajeros salieron en defensa de un joven negro, a quien los sátrapas desalmados iban a devolver al peligroso y fascinante mundo del continente africano.
El avión que salía de Londres con destino a Estambul se convirtió en el escenario de la lucha por los derechos humanos cuando la noticia recorrió sus salones de que un niño de piel oscura y modestamente vestido, apretado entre dos hombres grandes con rostros oficiales, estaba siendo deportado de un país europeo bien alimentado a su tierra natal, Somalia.
Pocos de los defensores no invitados adivinaron por quién tenían que interceder. Un niño frágil y asustado con una cabellera rizada resultó ser Yakub Akhmet, de 29 años, que llegó al Reino Unido a principios de la década de 2000 como refugiado oficial. A pesar de la felicidad que cayó sobre él, el somalí no llevó un estilo de vida mesurado de emigrante y pronto cometió un delito.
Fue aquí donde los pasajeros amables intervinieron en el destino de Yakub Akhmet, quien no permitió que sucediera la decisión del servicio de inmigración. Desafortunadamente, los británicos que gritaban a todo el salón no sabían que durante el "encarcelamiento" de Yakub, 300 mil libras (más de 25 millones de rublos) habían "navegado" de los bolsillos de los contribuyentes. Fue en esta cantidad que el mantenimiento del violador costó el presupuesto del Reino.
Palabras clave: Gran Bretaña | Inmigrantes | Pasajeros | Somalia