Cómo un suicidio fallido le dio una nueva vida a un joven británico de 19 años

Categorias: Europa | Salud y Medicina |

Las personas con trastornos mentales suelen tener tendencias suicidas. Algunas personas hacen un intento de morir tras otro hasta lograr su objetivo. Un residente británico de 19 años llamado George, que padecía un trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo, también decidió dejar este mundo voluntariamente. Ni siquiera sospechaba que para él el suicidio no sería el fin de todo, sino, por el contrario, el comienzo.

Cómo un suicidio fallido le dio una nueva vida a un joven británico de 19 años

En 1983, George, de 19 años, decidió que su vida no tenía sentido. El joven tenía todo un "ramo" de trastornos mentales, entre los cuales el más doloroso era una forma grave de microfobia. El joven tenía terror a los gérmenes, por eso se lavaba las manos y se duchaba sin cesar.

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George visitó a los médicos varias veces y se sometió a varios tratamientos. Desafortunadamente, ninguno de ellos trajo el más mínimo alivio. Los problemas obligaron al chico a dejar la escuela. Intentó encontrar trabajo, pero debido a su diagnóstico, los empleadores lo rechazaron.

El joven pensó muchas veces en quitarse la vida, pero no se atrevió a emprender una acción tan radical. El impulso se lo dio su propia madre, quien una vez dijo en su corazón: “Tu vida no vale nada. Puedes simplemente ir y pegarte un tiro”. Después de esto, George tomó una pistola calibre .22, bajó al sótano de su casa y se pegó un tiro en la boca.

Curiosamente, la herida no fue mortal. La madre del niño llamó al servicio de rescate y el niño fue trasladado al hospital en estado extremadamente grave. Allí, George fue sometido a una cirugía urgente para extraer la bala alojada dentro de su cráneo. Resultó que destruyó casi por completo el lóbulo frontal izquierdo del cerebro.

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Después de la cirugía, el chico tuvo una larga recuperación. Al mismo tiempo, sintió que se le habían ocurrido cambios cardinales. Sus dolorosas fobias y pensamientos obsesivos desaparecieron sin dejar rastro. Cuando George informó esto a los médicos, decidieron estudiar este fenómeno en detalle. Pronto quedó claro que la bala destruyó exactamente la parte del cerebro en la que se escondía el problema del joven.

Afortunadamente, la desaparición de la enfermedad mental fue la única consecuencia del disparo. El intelecto, los órganos sensoriales y las habilidades motoras de George no se vieron afectados en absoluto. Unos meses después del suicidio “fallido”, se sintió tan bien que fue a la universidad. Se sabe que lo completó con éxito y comenzó a vivir como millones de otras personas sanas.

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Esta historia parece ficción, pero es absolutamente real. En los años 80, fue publicado por muchas publicaciones de renombre, incluido The New York Times. Los científicos creen que el chico tiene una suerte increíble. En primer lugar, sobrevivió y, en segundo lugar, la bala realizó una especie de lobotomía. Esta espantosa operación se realizaba a menudo en el siglo XX para aliviar a los pacientes con enfermedades mentales. Pero rara vez el resultado fue tan exitoso como en el caso de George.

     

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