Atavismos evolutivos: 7 órganos que ya no necesitamos
Nuestro cuerpo es una máquina del tiempo real, en la que se esconden reliquias del pasado. El apéndice, la piel de gallina e incluso las muelas del juicio: estos y otros órganos pueden parecer redundantes hoy en día, pero alguna vez desempeñaron un papel importante en la supervivencia de nuestros antepasados. ¿Por qué la evolución no se deshizo de ellos? ¡Descubra qué partes del cuerpo usamos como recordatorios de nuestro pasado!
Gracias a la evolución, los organismos vivos de nuestro planeta se han adaptado a su entorno durante millones de años. El hombre no fue la excepción y fue cambiando paulatinamente para poder sobrevivir como especie. Al mismo tiempo, la evolución, por alguna razón, dejó algunos órganos que no hemos utilizado durante mucho tiempo. No hay muchos, pero algunos no solo son inútiles, sino que también nos traen problemas.
Uno de los rudimentos que no causa más que problemas son las muelas del juicio. Se llaman así porque aparecen en la edad adulta. Las muelas del juicio alguna vez desempeñaron un papel importante al ayudar a nuestros antepasados a masticar eficazmente los alimentos ásperos. Pero con la dieta moderna, su papel es mínimo. Las mandíbulas humanas se han vuelto menos masivas y están diseñadas para alimentos más delicados.
Sin embargo, las muelas del juicio siguen creciendo, provocando molestias e incluso dolor. No tienen suficiente espacio en las mandíbulas y crecen en ángulo. Estos dientes generalmente se extraen, lo cual está completamente justificado y es seguro. Los dentistas modernos realizan esta operación de forma rápida y sin consecuencias.
Todo el mundo, sin excepción, está familiarizado con esta afección, que popularmente se llama "piel de gallina". Es un grupo rudimentario de pequeñas fibras musculares que hacen que el vello de la piel crezca. Para una persona moderna, esta función es completamente inútil, pero alguna vez fue vital.
Los antepasados humanos estaban cubiertos de lana y no vestían ropa. La lana se elevó para crear un espacio de aire entre los pelos individuales y mejorar el aislamiento térmico del cuerpo. Además, los pelos de punta hacían que nuestros antepasados fueran visualmente más grandes y podían ahuyentar al enemigo. A veces todavía nacemos personas con pelo, que es un eco de nuestro pasado.
Nuestra columna termina con el cóccix, un conjunto de huesos fusionados que heredamos de la cola de nuestros antepasados. Estos huesos pierden su función incluso en la etapa de desarrollo embrionario. Érase una vez los primates, antepasados de los humanos, que tenían una cola que les ayudaba a mantener el equilibrio cuando se movían a cuatro patas.
Con el tiempo, la necesidad de una cola como estabilizador desapareció, pero la gente todavía tenía huesos coccígeos. A veces, los niños nacen con una anomalía congénita: una cola pequeña. Estos casos no están asociados con mutaciones genéticas y los médicos pueden extirpar quirúrgicamente fácilmente el órgano vestigial.
El órgano humano rudimentario más famoso y al mismo tiempo problemático es el apéndice. Esta pequeña extensión del intestino ayudaba antiguamente a digerir los alimentos forrajeros ricos en fibra. En muchos animales, como los caballos, el apéndice es grande y realiza activamente sus funciones. Pero el ser humano ya no lo necesita, puesto que en nuestra dieta predominan los alimentos blandos y procesados.
El único beneficio del apéndice es que continúa produciendo bacterias buenas para la digestión. Pero la inflamación del apéndice es una enfermedad grave que puede provocar la muerte si no se consulta con prontitud. Por tanto, este proceso es más perjudicial que beneficioso para el ser humano. La extirpación del apéndice se realiza sin consecuencias para el organismo.
La gente moderna rara vez tiene que trepar a los árboles y algunos incluso evitan una actividad tan arriesgada. Sin embargo, para nuestros antepasados, la capacidad de moverse a lo largo de las ramas era vital. El músculo palmar largo (Musculus palmaris longus) es un vestigio de la época en la que esta habilidad desempeñaba un papel fundamental.
Este músculo solía proporcionar un agarre seguro y hacer que trepar a los árboles fuera menos peligroso. La necesidad del músculo palmar largo comenzó a desaparecer gradualmente hace unos 3 millones de años, cuando los ancestros humanos comenzaron a moverse principalmente por tierra. Con la llegada del Homo erectus u Homo erectus, este músculo perdió toda función. Hoy en día, muchas personas nacen sin él, lo que no afecta a su actividad física.
En la infancia, a menudo se admiraba la capacidad de mover las orejas, pero esta capacidad suele ser innata y no se puede desarrollar. Pero esto no es especialmente importante para los adultos, porque hoy en día esta función de los oídos ya no tiene importancia práctica. Pero hace millones de años todo era diferente: para los ancestros humanos, que vivían entre constantes amenazas mortales, la capacidad de mover las orejas desempeñaba un papel importante.
Los músculos del oído permiten dirigir la aurícula en la dirección del sonido, mejorando la recepción de las ondas. Muchos mamíferos, incluidos perros y gatos domésticos, tienen un perfecto control de los músculos de sus orejas. Pero es mucho más fácil y conveniente para nosotros girar la cabeza, porque este movimiento no nos delatará ante un depredador o una presa potencial.
Los músculos del oído no son la única herencia que nuestros oídos recibieron de nuestros antepasados. Aproximadamente en el 10% de las personas se puede observar el llamado tubérculo darwiniano, una pequeña protuberancia en la hélice del pabellón auricular. Este rudimento también está presente en algunos primates superiores. Érase una vez la punta puntiaguda de la oreja, característica de los monos.
Este rudimento debe su nombre a Charles Darwin, el autor de la teoría moderna de la evolución. Mencionó esta parte del oído humano en su trabajo científico “El origen del hombre y la selección sexual”. Al mismo tiempo, el propio autor lo llamó top Woolner, en honor al escultor británico Thomas Woolner. Llamó la atención sobre esta parte de la oreja por primera vez cuando estaba trabajando en una escultura de un elfo del bosque que tenía orejas puntiagudas.
Hablamos sólo de unos pocos órganos que una persona ya no necesita. ¿Qué rudimentos conoces?