Así es uno de los barrios rojos más antiguos de Berlín
En 2013, la fotógrafa Kathrin Tschirner conoció a Sabina cerca de su casa. Tuvo que juntar todo su coraje en un puño para pedir permiso para fotografiarla.
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Fuente: VicioAntes de eso, Katrin nunca había filmado historias relacionadas con la prostitución. Vivía cerca de uno de los barrios rojos más antiguos de Berlín, y casi ninguna de las trabajadoras sexuales la miraba. Catherine no estaba interesada en hacer retratos de prostitutas. Quería capturar el espíritu de la zona.
En un intento por obtener más información, la fotógrafa recaló en el centro OLGA, que se dedica a ayudar a las trabajadoras sexuales de la zona. El centro ha adquirido la sensación de una sala de estar y ofrece una amplia variedad de asistencia, como camas para dormir, duchas y jeringas limpias. Tiene una regla estricta de no hombres y permite que las prostitutas se tomen un descanso del estrés de la calle.
Catherine fue voluntaria en OLGA, viniendo aquí una vez por semana mientras trabajaba en su proyecto: regaló cámaras a las mujeres que asistían al centro para que pudieran mostrar su realidad desde un nuevo lado.
Además de las dificultades que enfrentan las mujeres que trabajan en la calle todos los días, las prostitutas a menudo son personas sin hogar, drogadictas, adictas al juego, carecen de seguridad social o son las únicas sostén de sus familias. La mayoría son de Alemania, Bulgaria y Hungría, pero también los hay de raíces gitanas occidentales. Algunos de ellos son transgénero.
Una calle llamada Kurfürstenstrasse ha sido uno de los centros de prostitución de Berlín durante unos 130 años, pero el trabajo en la industria del sexo se ha marginado cada vez más a lo largo de los años. Las mujeres solían tener libertad para trabajar en los parques del vecindario o en las áreas abandonadas, pero ahora se están construyendo viviendas de lujo allí, y esto está cambiando fundamentalmente la imagen del área.
Para muchas prostitutas, trabajar en burdeles no es una opción muy atractiva, porque les resta movilidad y el precio de una habitación puede ser muy alto. Hay dos hoteles de cierto tipo en la zona con un pequeño número de habitaciones en cada uno. Las chicas dicen que una de ellas está "sucia", pero a Katrin no se le permitió ir allí dos veces.
La segunda se llama "Stockholm" (Estocolmo), y esta es la institución más antigua de todo Berlín. Está en buenas condiciones, pero hay pocas personas dispuestas a pagar $16 extra por una habitación.
Conociendo a estas mujeres, caminando con ellas por la zona, el fotógrafo observó más de cerca su vida cotidiana. Descubrió los alrededores y cambió su visión de ellos.
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