Alrededor de mil millones de personas padecen trastornos mentales
La necesidad de ayuda psicológica está creciendo como una bola de nieve. Solo durante la pandemia, el número de casos de enfermedades mentales, en particular el trastorno de ansiedad y la depresión, aumentó en un 25 por ciento en todo el mundo, mientras que no todas las personas tienen la oportunidad de recibir el tratamiento necesario. Así lo informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 2019, casi mil millones de personas en todo el mundo padecían trastornos mentales, el 14 por ciento de ellos eran adolescentes. Más del uno por ciento de todas las muertes en el mundo están asociadas con suicidios, que son el resultado de una afección mental grave. Casi el 60 por ciento de todos los suicidios fueron cometidos por personas menores de 50 años.
Los trastornos mentales conducen a un aumento del desempleo, la discapacidad y la mortalidad prematura. Las personas con enfermedades mentales graves mueren en promedio de 10 a 20 años antes que todos los demás habitantes del planeta. Básicamente, la muerte ocurre debido al desarrollo de enfermedades físicas prevenibles.
Agregó que invertir en la protección de la salud mental es una inversión para mejorar la vida.
Tedros señaló la estrecha conexión entre la salud mental y el bienestar social, los derechos humanos y el desarrollo socioeconómico. Confía en que los cambios en el campo de la salud mental pueden crear beneficios reales no solo para las personas, sino también para las comunidades y los países en general.
Incluso antes de la pandemia de COVID-19, la atención psiquiátrica efectiva, económica y de alta calidad estaba disponible para un número limitado de pacientes: el 71 por ciento de las personas con trastornos psicóticos permanecían sin tratamiento. Mientras que en los países de altos ingresos el 70 por ciento de las personas con psicosis son remitidas para recibir tratamiento, en los países de bajos ingresos solo el 12 por ciento de las personas necesitadas reciben asistencia similar.
La estigmatización, la discriminación y la violación de los derechos de las personas con enfermedades mentales a menudo prevalecen entre la población y en las instituciones que brindan asistencia. 20 países todavía criminalizan los intentos de suicidio. Los segmentos más pobres de la población corren el mayor riesgo de deterioro de la salud mental en una amplia variedad de países.
Existen brechas significativas en la cobertura de la atención de la depresión en todos los países. Incluso en los países de altos ingresos, solo un tercio de las personas que padecen depresión reciben ayuda oficialmente para la depresión.